Hay películas y corrientes cinematográficas que cambiaron la forma de
ver y entender el séptimo arte. Una de ellas lo fue la nueva ola del
cine francés de finales de los años 50 y principios de los 60, una
Nouvelle Vague que tuvo en el filme que nos ocupa hoy a uno de sus referentes.
Ópera prima de Jean-Luc Godard, probablemente el director más venerado en los círculos gafapastiles, 'Al final de la escapada' es un pulso continuo a los convencionalismos de la época. Así, Godard riza el rizo en cada escena, convirtiendo la película en un experimento cuya máxima era la de innovar o morir.
Un ejercicio artístico donde la forma prevalece sobre el fondo,
imperfecta, con sobrados motivos para la alabanza como para la
lapidación, y que para bien o para mal ha resistido al inexorable paso
del tiempo.
Jean-Paul Belmondo encarna a Michel Poiccard, un ladrón de poca monta que imita el porte y las maneras de Humphrey Bogart, un pillastre tan embustero como elegante y seductor.
Tras robar un coche y matar a un policía en la persecución llega a
París donde se esconde con una antigua amante, Patricia, una joven
americana aspirante a periodista que duda de sus sentimientos hacia él y
con la que pretende acostarse de nuevo al tiempo que intenta
convencerla para fugarse juntos a Italia.
Una historia que insisto, es la excusa para que Godard lleve a cabo su juego de ruptura con los códigos existentes.
La galería de excentricidades es amplia, ahí van algunas: ruptura de la
estructura narrativa con voluntarios y exagerados "fallos" en el raccord,
cortes en la continuidad entre planos, así como el uso de la cámara al
hombro, abuso de planos secuencia, cambios de ángulo; improvisación y
naturalidad de los actores, diálogos sobre cuestiones banales con un
humor y lenguaje sangrante, provocador, que muestran un desencanto hacia
la sociedad de la época; los personajes en muchos momentos miran y hablan descaradamente a la cámara,
se dirigen a ella, algo que también se puede observar en extras y
figurantes; uso rompedor de la música, con variaciones, en función del
contenido y el tono de la escena así como el constante juego con los
ambientes y escenarios.
'Al final de la escapada' es una cinta que también ha conseguido un gran poder icónico. El personaje de Belmondo es el claro ejemplo del canalla seductor y con encanto, luego actualizado por el "chico Martini", que conservó su gesto de pasarse el dedo por los labios. Jean Seberg
no se queda a la zaga, pues es uno de los emblemas de la Nouvelle Vague
y su escena dando propaganda al New York Herald Tribune también ha
quedado para la posteridad de la memoria cinéfila.
Una película que como buena pieza clave del cine de autor genera odios y amores en un debate más allá de lo dialéctico
que resiste al paso de los años, así como su apariencia. Es de destacar
que pese a tratarse de un ejercicio de estilo, luego copiado, imitado y
depurado a lo largo de 50 años sigue conservando cierta modernidad e
impacto ante el espectador primerizo. Es lo que tiene ser la pionera y
dejar al descubierto tanto sus aciertos como sus chocantes fallos.
No
es descabellado afirmar que 'Al final de la escapada' cambió la
concepción del cine e influyó en su evolución hasta nuestros días. Bajo
el amparo de la Nouvelle Vague planteó nuevas formas de expresión y abrió el camino a nuevos cineastas y tendencias,
así como plasmó la convulsa sociedad francesa previa al Mayo del 68.
También fue un movimiento efervescente, fugaz, que defendía a los
clásicos como los manipulaba y manoseaba, y que por su imperfección
apenas se explotó para quedar como modelo de innovación.
Uno de los grandes defensores y exponentes de su impacto en la actualidad ha sido y es Quentin Tarantino,
sobre todo con sus primeros trabajos. Tarantino también ha actualizado
el género criminal y de cine negro tras llevarlo a su terreno,
adaptándolo a su estilo: respeta, copia y homenajea a los clásicos con
desbordante personalidad, es tan plagio como 100% original. En su cine
no es casualidad lo del personaje y el vestuario como icono, la música como un elemento más del lenguaje
o el diálogo anécdota, lo tomó prestado de Godard; esclarecedor que su
productora se llame 'Band Apart', como otro de los títulos clave de la
filmografía del cineasta francés y cuyo baile actualizó en 'Pulp Fiction'.
Podría
decirse pues que se trata de una de las primeras películas de lo que
luego se ha catalogado como cine "gafapasta", y una de sus referentes. Eleva el cine a la categoría de expresión artística más que mero entretenimiento,
algo que muchos cinéfilos no nos cansaremos de reivindicar. Alabar con
vehemencia 'Al final de la escapada' es correr el riesgo de ser
catalogado como un esnob, ejercer un acto de provocación hacia
los que nos rodean como el que se pretende con el desenlace de la
película o simplemente amar el séptimo arte sin necesidad de efectos
especiales.
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