Leyenda viva de la interpretación, "El hijo del trapero", como así hizo titular su autobiografía, nacía un 9 de diciembre de 1916 en Nueva York. Hijo de inmigrantes judíos de origen ruso, creció en la pobreza pero destacó como un gran estudiante y atleta durante su estancia en la universidad de St. Lawrence. Graduado en Letras, debido a su precaria situación económica comenzó a trabajar a una temprana edad y como curiosidad señalar que para costearse sus estudios universitarios se dedicaba a labores de jardinería en el campus. Se enroló en la Academia de Arte Dramático de Nueva York y a pesar de un paso poco afortunado en el teatro consiguió un papel principal en 'El extraño amor de Martha Ivers' (1946) gracias a la mediación de Lauren Bacall. Su interpretación fue recibida con críticas entusiastas y se convirtió en el pistoletazo de salida de una longeva carrera.
En 1948 coincidió por primera vez con Burt Lancaster en 'Al volver a la vida', un drama de cine negro poco relevante pero que forjó una química en pantalla que se prolongaría durante siete películas. Al año siguiente recibió su primera nominación al Oscar con 'El ídolo de barro', un giro providencial en su carrera ya que interpretar a un violento boxeador fijó su imagen recurrente en pantalla como tipo duro. Repetiría nominación con 'Cautivos del mal' (1952) y 'El loco del pelo rojo' (1955), en esta última encarnando al pintor Vincent Van Gogh; una intensa experiencia que afectó al actor, como recordaría en sus entrevistas.
Su ideología de izquierdas le granjearía algunos enemigos pero mantuvo su fuerte compromiso con los desfavorecidos y consiguió sacar del ostracismo al guionista Dalton Trumbo, vetado por su pertenencia comunista, al acreditarlo como guionista de 'Espartaco' tras años de escritura en el anonimato. 'Espartaco' supuso la consagración definitiva de Douglas como intérprete y posibilitó su reunión con Stanley Kubrick, con el que ya había trabajado en la excelente 'Senderos de gloria'. Títulos que se suman a destacados trabajos en 'El gran carnaval' (1951), 'Cautivos del mal' (1952), '20.000 leguas de viaje submarino' (1954), 'Duelo de titanes' (1957) y 'Los vikingos' (1958).
La década de los 60 continuó intensa para Kirk Douglas pero alejada de sus grandes películas de la anterior década. Títulos rescatables de esta etapa son 'El último atardecer' (1961), 'Los valientes andan solos' (1962), 'Siete días de mayo' (1964), '¿Arde París?' (1966) y 'Ataque al carro blindado' (1967). Quizá su última gran película fue el western 'El día de los tramposos' en 1970, compartiendo protagonismo con Henry Fonda bajo la dirección de Joseph L. Mankiewicz.
A partir de 1970, Douglas redujo la calidad de sus trabajos y aceptó papeles de lo más variopinto y por lo general poco recordados. Incluso comenzó a probar suerte en la televisión como en una curiosísima versión musical de 'Dr. Jeckyll y Mr. Hyde' para la NBC o su vuelta al teatro en compañía de Burt Lancaster en la obra "The Boys in Autmn".
Quizá lo más destacable de las últimas décadas hayan sido los numerosos y merecidos homenajes hacia su persona. En 1981 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad por sus trabajos a la comunidad, labor que afianzó en los ochenta como cuando prestó declaración ante el Congreso para informar sobre conductas
discriminatorias y maltrato de ancianos o en sus visitas a hospitales de la Cruz Roja y campos de refugiados. En el plano cinematográfico, fue reconocido con el premio a toda una carrera del Instituto de Cine Americano en 1991; y en el año 1996 recibió el codiciado Oscar honorífico.
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