La saga cinematográfica de James Bond celebra sus 50 años en pantalla por todo lo alto. Sam Mendes dirige la nueva entrega del personaje creado por Ian Fleming con ambición, pero también un alto sentimiento de franquicia, ofreciendo una película con alto nivel de calidad que además de homenajear a los 22 films anteriores vuelve a reactualizar a la franquicia como ya hiciera 'Casino Royale' (reinicio). 'Skyfall' guarda serias reminiscencias con '007 contra Goldfinger', pues ya de entrada ambas parten de un concepto parecido: asentar la saga con sus elementos reconocibles y dejar momentos para el recuerdo, pero siempre con una patente autoconsciencia de que hay camino por delante.
James Bond volverá, y 'Skyfall' sólo es una entrega más; eso sí, que se coloca entre las más apreciables. Sam Mendes, director de sobrado talento con una de las filmografías más interesantes de los últimos 15 años, no decepciona puesto que es capaz de satisfacer a los fans de Bond, entre los que me incluyo, y asombrar al público de masas. Un acabado producto de acción que no se queda ahí. Puede que el guión no esté precisamente por encima de la media, demasiados golpes de efecto bordeando la ya de por sí gruesa línea de la credibilidad para una película de este tipo, pero sí los profesionales que lo manejan: ya he mencionado la capacidad de su director, conocedor no sólo de la franquicia, sino también de las distintas audiencias implicadas (público, fans, críticos); pero no me puedo olvidar del gran Roger Deakins (otra de mis debilidades desde que vi Fargo) con una fotografía que combina colorismo y sofisticación con la suciedad y el componente trágico que conlleva la caída al abismo: a destacar la escena en Shangai y todo el tramo final en parajes escoceses. El montaje es sobresaliente, incluso en la escena inicial (lo único que me horroriza) que termina con un golpe de timón, silencio y una sensación estremecedora. Una secuencia que acompaña a unos excelentes títulos de crédito que aunan modernidad y tradición al son de la canción de Adele. Por su parte, la banda sonora de Thomas Newman apenas aporta variedad, con el tema principal siempre presente, pero es lo que se espera de una película de James Bond.
Las interpretaciones están trabajadas y aprovechan un reparto de excepción, en el que lo único que me desentona es la debutante Bérénice Marlohe (no así su personaje que encaja como anillo al dedo en el prototipo clásico de Chica Bond a pesar de su escasa participación). El tan comentado villano encarnado por Javier Bardem cumple con las expectativas, cierto que recuerda a su papel en 'No es país para viejos', pero está firmemente anclado al espíritu que buscaba un servidor. Sin embargo, si me tengo que quedar con alguien, la arrebatadora presencia de Naomie Harris me puede, así como otros personajes icónicos de la saga. Podría extender la crítica con referencias a los numerosos homenajes que he cazado, detalles que me recuerdan a otras películas, pero no es esa mi pretensión, sino recomendar un film que gustará a los fans, pero que también convencerá a los espectadores menos exigentes.
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