5 de octubre de 2011. Fallecía Steve Jobs, el visionario empresario de la industria tecnológica que revolucionó el modo de vida de la sociedad industrializada contemporánea. Su figura cambió el modo de vida de millones de personas y aunque su biografía siempre ha sido del conocimiento mayoritario del público, el cine y la televisión no han escatimado esfuerzos en ofrecernos producciones que rescatan al hombre detrás del genio.
Ya antes de su fallecimiento el telefilme 'Piratas de Silicon Valley' (1999) había marcado a una generación de geeks. Quizá no se tratara del producto más sofisticado pero la interpretación de Noah Wyle no sólo fue la primera, sino que sigo pensando que es el acercamiento más cercano y carismático que se ha realizado de Steve Jobs hasta la fecha. Para el olvido la película que protagonizó Ashton Kutcher en 2013, a pesar de la similitud física del actor. Ahora nos llega a los cines la que toda la opinión pública ha catalogado como la versión buena, lo cual aumenta mi decepción.
Todo sonaba muy bien sobre el papel, la trayectoria de Sorkin en el campo de la televisión (memorable 'El ala Oeste de la Casa Blanca') y en el cine, sobre todo con la oscarizada 'La red social', avalaban la propuesta pero el resultado no termina de convencer. Y es que Danny Boyle no aprovecha las virtudes del guión y se limita a una puesta en escena teatral que no potencia las virtudes del medio cinematográfico. Tres actos, cada uno de los cuales recrea los minutos precedentes a los discursos de las convenciones clave de la carrera de Jobs, en los que el peso recae sobre los hombres de los actores. Y a pesar de los halagos recibidos, ni Michael Fassbender ni Kate Winslet (horrible su dicción a la hora de reecrear el acento polaco de la asistente) brillan. Son papeles intercambiables, no dan motivos para justificar una presencia en la que recordemos no eran las primeras opciones dentro del proyecto, bastante tumoltuoso del que no solo cayeron David Fincher en la dirección o Leonardo DiCaprio como protagonista, sino el propio estudio. Sony se desembarazó de la película tras desavenencias con su productor, Scott Rudin, algo que desvelaron los correos electrónicos filtrados hace un año. Y si habitualmente me distancio del público para ponerme de parte de los críticos, esta vez estoy con ellos. Considero su fracaso en taquilla más que lógico. Demasiada sobrexposición de Steve Jobs, ya sea en formato documental o ficcionado.
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