'Tres colores: Azul'
es la primera de una trilogía de films dirigidos consecutivamente por
Krzysztof Kieslowski a principio de los años 90, cuyo título alude a
cada color de la bandera francesa así como a uno de sus lemas: libertad, igualdad y fraternidad.
'Azul' sería la película que representa la libertad, más como una idea emocional que como un concepto social y político. Su argumento se centra en Julie (Juliette Binoche), una mujer que acaba de perder a su marido y a su hija en un accidente de coche.
Tras el shock inicial y sus intentos por quitarse la vida, veremos la
forma de esta joven de encajar la nueva situación y decidir si continuar
con la obra inacabada de su marido, un famoso compositor al que se le
había encargado una pieza para conmemorar la unificación europea.
Su principal diferencia respecto a otros títulos de temática similar, es su total falta de ataduras
para mostrar la evolución del personaje protagonista. No se preocupa
por la impresión del público, si vamos a comprender sus actos después de
esta tragedia, si su transformación es lógica y consecuente; solo con
ser fiel a la verdad de su esencia. Y esa es la impresión, que todo lo
que vemos es limpio, no hay intento de manipular a la audiencia creando
momentos impactantes. Así, la sencillez es la nota dominante, y
elementos tan poco casables como el suicidio, el engaño, un/a amante,
una prostituta, una madre, un ratón, una piscina o una melodía cobran
importancia en la historia.
El principal lastre de 'Azul', de la trilogía "Tres Colores" en general, es la percepción
que tiene desde fuera el público convencional; algo comprensible tal y
como se vende. Una película alabada y aupada por la crítica más sesuda,
emblema del cine gafapasti y colocada como un título difícilmente
abarcable. Sin embargo, es una película que merece una oportunidad y puede resultar accesible
para un amplio segmento del público, pues tampoco es necesario un
análisis intelectualista e ínfulas artísticas para entenderla y
disfrutar con ella. No es un film de ritmo vertiginoso, es más bien
lenta cierto, tiene tendencia a aburrir y un despiece de sus virtudes es
inevitable que de pie al rechazo. Pero el que sea una película
sensorial, que evoca a las emociones y las experiencias de que cada uno, se torna en su principal virtud.
Porque 'Tres colores: Azul' no es una cinta de efectos especiales, ni de
golpes de efecto; tampoco de escenas memorables o diálogos para el
recuerdo. Juega mucho con los desenfocados, usa mucho los filtros, con el color azul siempre presente
tanto en su atmósfera como para destacar los elementos clave. Y
destacando sobremanera, la soberbia interpretación de Juliette Binoche,
representativa de una película auténtica, tan real como la vida misma.
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