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viernes, 1 de julio de 2016

Olivia de Havilland cumple 100 años

No es algo nada habitual que una estrella de Hollywood alcance la centenaria cifra en vida y pocas personalidades más fascinantes de la época dorada del cine para lograrlo. Olivia de Havilland no sólo pasará a la historia del cine por interpretar a Melania en 'Lo que el viento se llevó', por sus dos estatuillas de la Academia como mejor actriz principal -'La vida íntima de Julia Norris' (1946) y 'La heredera' (1949)- o por una fiera rivalidad que alcanzaba el odio con su hermana Joan Fontaine, sino por desafiar el star system y el férreo control que los productores ejercian sobre las estrellas de la época.

La primogénita de una familia británica residente en Tokyo, se trasladó junto a su hermana -la mencionada Joan Fontaine- y su madre a California tras el divorcio de sus padres. Tras graduarse en el instituto ingresó en una escuela teatral en la que tras interpretar una versión de 'El sueño de una noche de verano' de William Shakespeare fue descubierta por Jack Warner, quien le ofreció un contrato de siete años que más tarde se ampliaría. Alternó trabajos formando pareja con Errol Flynn o bajo la dirección de Michael Curtiz, películas de diverso calado en los que solía interpretar a una joven ingenua y débil, arquetipo que la acompañaría durante la mayor parte de su carrera. En 1939 encarnó a la dulce Melania, la amiga fiel de Escarlata O'Hara en 'Lo que el viento se llevó', el papel más relevante de su carrera. Asqueada de los trabajos insustanciales a los que se veía obligada bajo el contrato de la Warner, se enfrentó a una batalla legal de la que saldría vencedora, la conocida como "Ley de Havilland", que acabaría beneficiando a muchas estrellas de la época. 

Ya libre de ataduras, conseguiría su primer Oscar como la madre abnegada de 'La vida íntima de Julia Norris', se desdoblaría dando vida a dos hermanas gemelas acusadas de asesinato en la icónica 'A través del espejo', participaría en el drama psicológico 'Nido de víboras' y se consagraría con su segunda estatuilla por 'La heredera', en el que la mujer frágil e ingenua acababa transformándose. 

Poco a poco iría retirándose de la vida pública con papeles de cada vez menor entidad, entre los que sobresaldría 'Canción de cuna para un cadáver' (1964), junto a Bette Davis. En los últimos años, sus apariciones públicas han brillado casi por su ausencia.

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