Presentada en la Mostra de Venecia 2014, 'Señor Manglehorn' recupera al Pacino de sus mejores épocas, con una historia pequeña e íntima, lejos de los aspavientos de los últimos trabajos del actor. El señor Manglehorn del título es un solitario cerrajero que vive atrapado en sus recuerdos, la dolorosa pérdida de una mujer a la que dejó escapar y a la que sigue escribiéndole cartas de su puño y letra en un intento desesperado por recuperar el amor que la vida ya no le quiere proporcionar.
La película sirve para reivindicar el talento de David Gordon Green, director que comenzó con el cine independiente con el respaldo de la crítica pero que en su paso al cine comercial gamberro con cintas como 'Supersalidos' fue menospreciado de forma algo injusta. Ha tenido que retornar a sus orígenes para recuperar el foco de atención. Con 'Prince Avalance' se llevó el Oso de Plata al mejor director y con 'Joe' consiguió la mejor interpretación de Nicolas Cage en años. Sabe sacar lo mejor de sus actores, algo que se repite en 'Señor Manglehorn'.
Resulta graficante la presencia de una guapísima Holly Hunter, tan solvente como siempre, como la cajera del banco al que acude Manglehorn cada semana. Sus conversaciones sobre aspectos aparentemente triviales como sus mascotas se van convirtiendo en pedacitos de vida para esta mujer necesitada de cariño y compañía. Un vínculo díficil de asimilar para un hombre que sólo parece soportar a su gato y mantiene una áspera relación con su propio hijo aunque parecemos comprender mejor gracias a la curiosa y esperpéntica colaboración de Harmony Korine como un antiguo protegido que regenta un club de carretera. En definitiva, Manglehorn escribe cartas para encontrar la redención pero sigue temiendo ser picado por las avispas mientras que sus llaves parecen abrir todo lo imaginable excepto su corazón.
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